El agua que usamos y bebemos hoy ha existido desde que se formó la tierra y seguirá siendo usada y bebida por nuestros sucesores. En otras palabras, el agua siempre se ha reciclado de forma natural.
Sin embargo, mucho ha cambiado en los últimos 200 años desde la revolución industrial. El agua se consideraba un recurso ilimitado y los fabricantes vertían millones de litros de aguas residuales en los ríos, donde se mezclaban con enormes volúmenes de aguas residuales municipales sin tratar.
Los procesos naturales de limpieza y depuración no eran lo suficientemente rápidos y eficaces para descontaminar el agua. En consecuencia, la frecuencia y gravedad de las epidemias aumentó, la vida vegetal y animal disminuyó o desapareció en algunos ríos y los océanos se volvieron inhabitables para muchas especies.
Hoy en día, nuestra percepción del valor del agua ha cambiado; la escasez, la sequía y una mayor conciencia social y medioambiental hacen que se considere un recurso precioso que debe utilizarse y gestionarse con cuidado. Sin embargo, cada día se siguen utilizando grandes cantidades de agua en las plantas industriales para fabricar, procesar, lavar, diluir, refrigerar o transportar mercancías. Según la UE, el agua es un recurso crucial para varios sectores industriales, ya que el 90% de nuestra economía depende del agua.
Según la Agencia Europea de Medio Ambiente, en 2017 se extrajeron en Europa alrededor de 266.000 millones de m3 de agua, de los cuales aproximadamente el 40 % fue consumido por la economía y el 60 % fue devuelto al medio ambiente, habiendo sido alterado física o químicamente en alguna medida.
La Comisión Europea destacó en su Directiva de Emisiones Industriales (DEI), adoptada el 24 de noviembre de 2010, que "los procesos de producción industrial representan una parte considerable de la contaminación global en Europa debido a sus emisiones de contaminantes atmosféricos, los vertidos de aguas residuales y la generación de residuos".
La DEI estableció que las instalaciones sólo pueden funcionar si están en posesión de un permiso y tienen que cumplir las condiciones establecidas en él. Por tanto, la reutilización de las aguas residuales tratadas no es sólo un imperativo medioambiental, sino también un requisito legal.
Las estructuras de hormigón construidas en entornos industriales suelen presentar daños por corrosión relacionados con fugas de agua y otros productos químicos. La reparación, la impermeabilización y la protección de estos activos incluyen normalmente la mejora de la forma en que se recicla el agua para que el proceso sea más sostenible y para ayudar a preservar tanto el agua como el hormigón.
Master Builders Solutions ofrece una gama completa de sistemas de impermeabilización para plantas industriales que facilitan la economía circular y optimizan la eficiencia de los recursos, incluyendo la impermeabilización de depósitos de agua limpia y potable, la protección del hormigón en contacto con el agua de proceso, la impermeabilización y protección de plantas de tratamiento de aguas residuales industriales e incluso la protección del hormigón en digestores de biogás.
Nuestras membranas para la gestión de aguas industriales pueden proporcionar algunos o todos los atributos siguientes:
Elevada estanqueidad al agua y gases para evitar las fugas de agua e impedir que el agua que contiene productos químicos disueltos entre en contacto con las estructuras de hormigón o las instalaciones metálicas. La estanqueidad al gas, especialmente al dióxido de carbono, protege el hormigón contra la carbonatación mientras que la estanqueidad al metano es imprescindible en las instalaciones de producción de biogás.
Sin liberación de sustancias contaminantes. Cuando están en contacto directo con agua limpia o potable o con alimentos, es esencial que las membranas no liberen sustancias contaminantes, no sólo para garantizar la seguridad en el procesamiento de alimentos, sino también para reducir el tratamiento necesario antes de reutilizar el agua.
Elevada resistencia química, necesaria cuando el agua puede tener una composición química compleja y agresiva. Por ejemplo, cuando el agua se utiliza en un proceso industrial y luego se almacena en depósitos de retención o ecualización o cuando se almacenan o utilizan residuos orgánicos en procesos de digestión. Las membranas que tienen una resistencia química alta y a un gran número de sustancias diferentes, así como capacidad de puenteo de fisuras, no sólo protegen el hormigón, sino que también evitan peligrosas fugas al medio ambiente.